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En la pradera de El Capitan, un grupo de jóvenes indígenas a quienes les apasiona la protección de la tierra y la cultura de sus tribus está recuperando un bosque sagrado de roble negro.
Medio ambiente 24 agosto 2023
En la base de El Capitán, una pared de roca de 2,308 metros de altura ubicada en el Parque Nacional de Yosemite, se extiende un bosque sagrado de roble negro. Cuando sopla el viento, las hojas parecen susurrar secretos entre ellas. Mientras tanto, los transeúntes salen del camino para ver de cerca la pared rocosa de granito puro de El Capitan. Estos caminantes crean "pistas sociales” (como se les denomina), es decir, caminos surcados por los visitantes del parque cuando abandonan las rutas marcadas y generan senderos que cruzan prados y praderas. Esta es una de las muchas actividades que amenazan este bosque de roble negro, sagrado para siete pueblos originarios y comunidades de Yosemite tradicionalmente asociados: Southern Sierra Miwuk Nation, Tuolumne Band of Me-Wuk Indians, Bishop Paiute Tribe, Bridgeport Indian Colony, Kutzadika’a Mono Lake Indian Community, North Fork Rancheria of Mono Indians of California y Picayune Rancheria of Chukchansi Indians.
“Toma mucho tiempo que esta vegetación se regenere”, explica Nellie Tucker, líder brigadista del programa Yosemite Ancestral Stewards (YAS) de esta temporada, quien también es Southern Sierra Miwuk y Paiute, sobre las pistas sociales. “Eso se traduce en una hoja menos en la que puede posarse una mariposa o menos hierba para comer. También libera espacio para las plantas invasivas”.
Este verano, el bosque sagrado de roble negro ubicado en la pradera de El Capitan está siendo recuperado por el programa YAS y el colectivo Ancestral Lands Conservation Corps (ALCC), un grupo de jóvenes indígenas apasionados por la protección de la tierra y la cultura de sus tribus y atento a que la naturaleza recupere su belleza y abundancia originales. El programa YAS, fundado en parte por el programa del colectivo Service Corps de la National Park Foundation y Yosemite Conservancy, es la primera brigada tribal de conservación formada por adultos jóvenes de las tribus afiliadas al Parque Nacional Yosemite.
Escucha a Nellie Tucker recordar que cuando era ni?a participaba en la caminata tradicional del valle de Yosemite al lago Mono, que sigue las rutas locales de comercio de sus ancestros a través de la Sierra Nevada.
Esta temporada, el colectivo Ancestral Lands Conservation Corps está trabajando junto con Yosemite Ancestral Stewards para reducir los elementos combustibles en la pradera de El Capitan, derribar árboles a punto de caerse y retirar las ramas muertas o las que se están secando a modo de preparación para una quema cultural del sitio próximamente este a?o.
Desde 2017, los clientes de Apple han apoyado programas de este tipo mediante una campa?a de Apple Pay que celebra el aniversario del Servicio de Parques Nacionales.
YAS y ALCC llevan a cabo labores para reducir los elementos combustibles en la pradera de El Capitan: derribar árboles muertos y retirar las ramas caídas, quitar residuos de árboles y plantas, así como otros restos que pueden actuar como combustible en caso de que caiga un rayo u otra causa que pueda generar un incendio forestal en el área. Los adultos mayores de las tribus guían el trabajo de la brigada y esperan transmitir su conocimiento sobre los cuidados de la tierra. Sus esfuerzos culminarán en una quema cultural de los desechos, una tradición milenaria que consiste en usar fuego controlado para mantener la salud de la tierra y la vegetación.?
“En aquellos tiempos, para regular cuántas hojas caídas o especies invasivas había en la tierra, los pueblos nativos analizaban y planeaban dónde y cómo quemarlas”, comenta Nicole Long, brigadista de YAS e integrante del pueblo Southern Sierra Miwuk Nation. “Ayudaban al crecimiento saludable de los robles negros, pues estos árboles son muy resilientes, como todos los robles, y necesitan del humo y el fuego para reproducirse, germinar y deshacerse de las plantas que pueden matarlos”.
Se muestran árboles y otra vegetación en la pradera de El Capitan, con la pared de granito de El Capitan a lo lejos.
En la pradera de El Capitan, los robles negros dan bellotas que son esenciales para el sustento de las tribus locales. Nicole Long, brigadista de Yosemite Ancestral Stewards, describe la belleza de este lugar sagrado en este clip de audio.
Por generaciones, los pueblos indígenas han sido excluidos del proceso del cuidado de esta tierra. Esta destitución forzada dejó a estas comunidades y sus tierras tribales en un estado de indefensión; los parques nacionales y otras áreas protegidas se han beneficiado de los fondos federales, mientras que, en muchos casos, las tribus tuvieron que reubicarse fuera de los límites de los parques. Desde el siglo XIX hasta la década de 1970, en el área que ahora alberga a Yosemite, se forzó a muchas familias indígenas a vivir en reservas, sus hogares fueron destruidos y sus hijos fueron obligados a integrarse y estudiar en internados. Los resultados de estos desplazamientos y la negación de su cultura aún se sienten hoy: el desempleo entre los pueblos indígenas al inicio de la pandemia de COVID-19 trepó al 28.6%. Para enero de 2022, este número disminuyó a 11.1%, según los datos de desempleo del Departamento de Estadísticas Laborales analizados por Brookings Institution.1?
Aquí en Yosemite, el programa Ancestral Stewards es un intento por incorporar a una nueva generación de cuidadores originales a la tierra, y a la vez crear empleos y oportunidades profesionales para los jóvenes de las comunidades indígenas.
Nicole Long tiene puesta una camiseta del Great Basin Institute y posa frente a un árbol.
Nicole Long, brigadista de Yosemite Ancestral Stewards e integrante del pueblo Southern Sierra Miwuk Nation, estudia actualmente la carrera de ciencias ambientales y estudios indígenas.
A Tucker y Long, quienes crecieron en el condado de Mariposa, fuera de los límites del parque, su pasión por la conservación de la tierra las acompa?ó hasta su edad adulta después de haber participado en la caminata tribal tradicional, que dura una semana, de Yosemite al lago Mono. Esta caminata recorre las rutas que seguían las tribus para intercambiar recursos, como bellotas de robles negros iguales a los que crecen en la pradera de El Capitan. Long participó cuando tenía 12 a?os y descubrió el amor por la naturaleza y el senderismo. Tucker también participó cuando era joven y asimiló la conexión entre las tribus y la belleza del paisaje como si fuera un mapa de lo que el parque solía ser y lo que podría volver a ser.
“Hay algo que aún permanece casi intacto”, expresa Tucker. “Así se veía el valle antes y me gustaría que recuperara esa apariencia, aunque sea un poco. No creo que vuelva a ser el mismo, pero al menos que se parezca a lo que solía ser”.
Tucker comenzó su labor en la conservación de la tierra como becaria del ALCC. Quería saber en qué consistía trabajar en una brigada, cómo reclutar jóvenes y sentar las bases de una brigada joven en su propia ciudad antes de irse a Yosemite Ancestral Stewards para adquirir más experiencia en el trabajo con brigadas. Esta temporada, el colectivo ALCC reunió a una brigada formada exclusivamente por mujeres. La pasantía de Tucker en ALCC, bajo la mentoría de Irene Vasquez, ecologista cultural del Servicio de Parques Nacionales, con quien creció yendo juntas a las caminatas tradicionales, la puso en el lugar exacto para dar vida a este programa.? ?
“Todo comenzó con una visión”, recuerda Tucker. “Que los jóvenes de los pueblos nativos se vuelvan a conectar con la tierra, que trabajen como nuestros ancestros lo hacían y que tengan trabajos de tiempo completo dentro del parque. De esa forma, encontrarán el camino a casa".
“Estamos haciendo esto a través del cuidado de los robles negros porque son un recurso abundante, además de la gran conexión cultural con nuestros adultos mayores y, al menos eso esperamos, con varios de nuestros jóvenes”, continúa. “Empezamos recogiendo bellotas aquí en el bosque sagrado en El Capitan. Luego, los cultivamos hasta que se convierten en árboles jóvenes y los plantamos. Ahora estamos tratando de hacer espacio para que crezcan y sigan cumpliendo su función”.
Varias brigadistas serruchan y cargan ramas.
Los colectivos Yosemite Ancestral Stewards y Ancestral Lands Conservation Corps se asociaron con Great Basin Institute a fin de obtener equipamiento para reducir elementos combustibles en la pradera de El Capitan. Quienes integran las brigadas adquieren habilidades técnicas, desde cómo usar la motosierra hasta la mejor manera de derribar árboles muertos.
El Capitan es sólo una de las praderas en las más de 300,000 hectáreas que abarca el Parque Nacional de Yosemite. De acuerdo con la National Park Foundation, el sistema de parques nacionales de Estados Unidos se compone de más de 35 millones de hectáreas, muchas de las cuales se ubican en tierras tribales y están siendo amenazadas por los impactos negativos del cambio climático. En el incendio Oak Fire de 2022, que destruyó más de 8,000 hectáreas en Mariposa, donde vivían tribus indígenas, y en el Pika Fire de esta temporada, el humo y las llamas se mantuvieron dentro de los límites del parque. Ambos incidentes son feroces recordatorios de la amenaza continua de los incendios forestales. Mitigar el impacto del cambio climático en los recursos naturales de la Tierra requiere de muchas soluciones provenientes de muchos sectores. Tal como lo describe Long, para salvar la tierra, es necesario que todas las personas comprendan la conexión que mantenían sus responsables originarios con ella.
“Tenemos una relación simbiótica que debemos aprovechar, pues el planeta nos da muchísimo”, explica Long. “Las plantas nos dan alimento, el suelo brinda los nutrientes a las plantas para que crezcan y nos alimenten. El suelo también tiene otros fines, como la medicina. Hay muchísimos microbios en el suelo que son beneficiosos para la humanidad. Los árboles nos dan oxígeno y almacenan el carbono. Hacen mucho por nosotros y ni siquiera lo notamos porque los vemos todos los días, pero debemos tratarlos con un mayor respeto, pues ellos nos tratan con cari?o”.
La brigadista líder de ALCC, Gabrielle Draper, quien es zuni y diné, creció aprendiendo las tradiciones, historias y oraciones zunis de su padre y su abuelo, y ella sabía que algún día sería responsable de compartir estos aprendizajes con otros.?
Gabriella Draper sostiene su casco y sus guantes de trabajo en una mano y toca una rama con la otra.
Gabrielle Draper, brigadista líder de Ancestral Lands Conservation Corps este verano, es de Zuni, Nuevo México, donde creció aprendiendo oraciones y ense?anzas zunis de sus abuelos. Escucha a Draper contar por qué ha asumido el compromiso de cuidar la tierra con su trabajo.
“Mi abuelo siempre me decía que si me sentía afligida o tenía cosas que no quería contarle a la gente, siempre podía salir y decir mis plegarias a las plantas o los insectos, especialmente las hormigas”, recuerda Draper. “Siempre me decía que las hormigas son fuertes aunque sean peque?as. Y que salir al mundo es una buena válvula de escape para sanar porque la Tierra tiene su propia energía y sus formas de curar a la gente”.
“La mayoría de estos parques nacionales están muy conectados, no sólo con mi comunidad sino con otras comunidades indígenas, ya que hay lugares que se consideran santuarios. Incluso hay petroglifos y pictografías”, continúa Draper. “Para mí, son muy importantes porque si se eliminaran, esas plegarias también dejarían de existir”.
Para Draper y otros brigadistas indígenas, lo que está en juego es algo mucho más profundo que proteger los parques nacionales: también es preservar la historia y sentar las bases para su futuro.
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